COORDINACIÓN CULTURAL UNEFA-Núcleo Mérida
domingo, 30 de enero de 2011
UNEFA, DE LA MANO CON NUESTROS HERMANOS VENEZOLANOS
La representación de la UNEFA - Núcleo Mérida, siempre solidario con el pueblo venezolano, se unió a las labores de atención social hacia las personas afectadas por las lluvias, durante el pasado mes de diciembre e incluso hasta la actualidad. En este sentido Profesores y Alumnos unidos en una misma voz, instalaron un Centro de Acopio en apoyo con los dagnificados de nuestra entidad merideña, manteniendo los principios de solidaridad con nuestros Hermanos
venezolanos.
venezolanos.
MISA DE AGUINALDO
Las Misas de Aguinaldo
En los comienzos del siglo XIX, en épocas de Navidad se efectuaban en las frías madrugadas del 16 al 24 de Diciembre unas misas llamadas De Aguinaldo, que culminaban con las misa del Gallo a las doce de noche del día 24. Fue entonces que a Francisquito, un joven sacerdote que oficiaba en la villa, se le ocurrió la idea de producir en la madrugada toda la bulla posible y así despabilar el sueño de los vecinos del pueblo. Con ese objetivo reunió a un grupo de muchachones de diez a quince años, y armados de los más variados instrumentos ruidosos comenzaron el alboroto nocturno. Comenzaba así una de las más bellas tradiciones: Las Parrandas Remedianas.
Fue en 1871 cuando dos españoles, uno asturiano y otro mayorquín, le dieron a las parrandas el carácter que actualmente poseen: Cristóbal Gilí Mateo (El Mayorquín) dirigía las huestes carmelitas, y José Ramón Celorio del Peso comandaba al San Salvador, comenzando así el esplendor, siempre en aumento, de esta genuina tradición cubana.
En los comienzos del siglo XIX, en épocas de Navidad se efectuaban en las frías madrugadas del 16 al 24 de Diciembre unas misas llamadas De Aguinaldo, que culminaban con las misa del Gallo a las doce de noche del día 24. Fue entonces que a Francisquito, un joven sacerdote que oficiaba en la villa, se le ocurrió la idea de producir en la madrugada toda la bulla posible y así despabilar el sueño de los vecinos del pueblo. Con ese objetivo reunió a un grupo de muchachones de diez a quince años, y armados de los más variados instrumentos ruidosos comenzaron el alboroto nocturno. Comenzaba así una de las más bellas tradiciones: Las Parrandas Remedianas.
Fue en 1871 cuando dos españoles, uno asturiano y otro mayorquín, le dieron a las parrandas el carácter que actualmente poseen: Cristóbal Gilí Mateo (El Mayorquín) dirigía las huestes carmelitas, y José Ramón Celorio del Peso comandaba al San Salvador, comenzando así el esplendor, siempre en aumento, de esta genuina tradición cubana.
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